En todo el mundo, el derecho a la salud de millones de personas está cada vez más amenazado.
Las enfermedades y los desastres ocupan un lugar importante entre las causas de muerte y discapacidad. Los conflictos devastan vidas y causan muerte, dolor, hambre y angustia psicológica.
La quema de combustibles fósiles está impulsando simultáneamente la crisis climática y quitándonos el derecho a respirar aire limpio, y la contaminación del aire interior y exterior se cobra una vida cada cinco segundos.
Para abordar este tipo de desafíos, el tema del Día Mundial de la Salud 2024 es «Mi salud, mi derecho».
El tema de este año fue elegido para defender el derecho de todas las personas, en todas partes, a tener acceso a servicios de salud, educación e información de calidad, así como a agua potable, aire limpio, buena nutrición, vivienda de calidad, condiciones ambientales y de trabajo decentes, y libertad de la discriminación.
Son tiempos de garantizar una vida saludable para todo el mundo, y ello requiere un fuerte compromiso, aunque los beneficios superan los costes.
Las personas sanas son la base de unas economías sanas. Se insta a los países de todo el mundo a tomar medidas inmediatas y decisivas para predecir y contrarrestar los desafíos en la salud.
Esto resulta especialmente crucial para proteger a los grupos de población vulnerables y a las personas que residen en regiones con una elevada prevalencia de enfermedades. De este modo, podemos reforzar los sistemas sanitarios y fomentar la resiliencia frente a las adversidades sanitarias.
La inmunización es una de las intervenciones sanitarias más exitosas y rentables del mundo. Sin embargo, el alarmante declive en la vacunación infantil (la mayor disminución sostenida de la vacunación infantil en aproximadamente 30 años) deja a millones de niños y niñas en riesgo de contraer enfermedades devastadoras pero prevenibles.
Hoy más que nunca es necesario poner en valor la necesidad de conseguir las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible nº 3: «Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todas las personas en todas las edades». La cobertura sanitaria universal tiene como objetivo garantizar que todas las personas puedan acceder a servicios de salud de calidad sin afrontar dificultades financieras. Si bien los esfuerzos para combatir enfermedades infecciosas como el VIH, la tuberculosis y la malaria llevaron a ampliaciones significativas en la cobertura de los servicios entre 2000 y 2015, desde entonces el progreso se ha desacelerado.
Las desigualdades siguen siendo un desafío fundamental para la cobertura sanitaria universal. La cobertura de servicios de salud reproductiva, materna, infantil y adolescente tiende a ser mayor entre quienes son más ricos, tienen una mejor formación y viven en áreas urbanas, especialmente en países de bajos ingresos.
¿Cómo podemos ayudar?
Puedemos empezar por promover y proteger nuestra propia salud y la de las personas que nos rodean, tomando decisiones bien informadas, practicando sexo seguro y vacunando a nuestros hijos e hijas. Podemos crear conciencia en nuestra propia comunidad sobre la importancia de la buena salud, estilos de vida saludables y del derecho de las personas a unos servicios de atención médica de calidad, especialmente para los más vulnerables, como las mujeres, las niñas y los niños.
También podemos pedir responsabilidades a nuestro gobierno, a los líderes y las lideresas locales y a otras personas responsables de la toma de decisiones sobre sus compromisos para mejorar el acceso de las personas a la salud y a la atención médica.