COP 25. El fracaso que puede ser decisivo para el planeta
El pasado 15 de Diciembre se clausuró la 25.ª conferencia de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), esta reunión ha constatado la falta de voluntad política de los 50 representantes de Gobiernos y Estados de todo el mundo.
De nuevo una oportunidad perdida que ha demostrado nuevamente la falta de visión y la actitud irresponsable de los mandatarios de todo el mundo sobre la situación de emergencia climática que vivimos en la actualidad. Y es que esta cumbre pasará a la historia por ser la COP del “postureo” y uno de los mayores fracasos de la historia a la hora de buscar soluciones para un mundo que o cambia hacia la eco-sostenibilidad o será imparable su agonía.
Ya en sus orígenes se dejaba entrever este fracaso. La conferencia estaba originalmente planificada para realizarse en Brasil, pero a finales de 2018 el gobierno declinó su organización (precisamente ha sido el gobierno brasileño uno de los principales opositores al proceso de descarbonización , así como a avanzar en materias como la protección de bosques y océanos), posteriormente Chile la organización del evento, de nuevo un sonoro fracaso, ya que el gobierno chileno tuvo que suspender la conferencia, incapaz de solucionar una crisis social y política originada por las profundas desigualdades sociales del país. Finalmente la sede fue trasladada a España, precisamente a Madrid, una ciudad que enfrenta sus problemas medioambientales con el cuestionamiento de iniciativas como “Madrid Central” o que en el año 2019 adelantó el encendido del alumbrado navideño al 22 de Noviembre, aumentando el gasto en un 27,7% con respecto a 2018, una verdadera apuesta “verde”.
La COP 25 ha demostrado una vez más la incapacidad de los países para llegar a acuerdos y ceder privilegios que contribuyan a disminuir la brecha entre ricos y pobres, no se ha conseguido llegar a ningún acuerdo sobre reparto de la reducción de emisiones y de los intercambios de derechos de emisión de CO₂. Poco o nada se ha avanzado para alcanzar los Acuerdos de París o el Protocolo de Kioto. La sensación que se percibe es que una vez más cada parte tira de la cuerda, sin darse cuenta que cuando esta se rompa no habrá un futuro en el que enriquecerse.
La falta de visión política ciega a unos mandatarios que son incapaces de percibir que la atmósfera no entiende de fronteras, que el cambio climático no entiende de grandes economías o países empobrecidos. Que por mucho que la pelea se centre en quién paga por contaminar, el foco está descentrado, se trata de cambiar los esquemas de empezar a dejar de emitir CO₂ y hacer un reseteo total del modo que tenemos de producir y consumir.
La comunidad científica es clara, el punto de no retorno en el cambio climático está cada vez más cerca, con las practicas actuales se ha acelerado y seguimos discutiendo como disminuir las emisiones CO₂, o como intercambiar derechos de emisión cuando el verdadero reto está en eliminar los combustibles fósiles, es romper con esquemas productivos obsoletos y aportar por un modelo de generación de riqueza más equitativo y la utilización de energías limpias, fácilmente amortizables y capaces de generar millones de puestos de trabajo.
A resaltar también el profundo fracaso que supone el modelo de trabajo que se plantea, los discursos que ponen de manifiesto la amplia representación de los agentes sociales, son desoídos sistemáticamente por los equipos negociadores. Así mismo también ha vuelto a aparecer la muy discutida práctica, cada vez más presente en las COPS, de ampliar las negociaciones más allá del tiempo estipulado inicialmente, en este último caso se han sumado dos días adicionales. Este hecho ya habitual, ha supuesto que las delegaciones de los países con menos recursos no puedan quedarse hasta el final, quedando excluidos de las tomas de decisiones finales quedando sus aportaciones ignoradas en el texto final.
Y finalmente otros aspectos que ha quedado en evidencia en este encuentro es la ausencia de un enfoque basado en los derechos humanos, así como la falta de interés por alcanzar un acuerdo justo por parte de los países ricos y poderosos (la mayoría de los cuales son los principales emisores de gases de efecto invernadero), EEUU, China, India o Rusia han actuado sin ningún complejo en apoyo a la industria de los combustibles fósiles.
La declaración final por parte de Carolina Schmidt, presidenta de la COP25 y ministra chilena de Medio Ambiente, no solo ha sido decepcionante, como ella misma reconocía, sino también fiel reflejo de la irresponsabilidad de una clase política que es incapaz de dar respuestas a una ciudadanía que cada vez más se siente más desconectada de sus gobernantes y que ya no se conforman con un acuerdo de mínimos que aplace la toma de decisiones un año más y como señaló Greta Thunberg : "La esperanza no reside dentro de los muros de la COP, sino en la calle con todos vosotros".
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