
Desde su independencia en 1960, este país ha vivido en un estado de guerra permanente, con las graves consecuencias que conlleva para su población. Los golpes de estado y la corrupción han sido una constante a lo largo de su historia. La comunidad internacional, como en otros casos similares, no ha prestado demasiada atención a los problemas de este país, por lo que no es de extrañar que el fundamentalismo islámico también comience a expandirse en esta zona de mayoría cristiana. El fundamentalismo siempre recluta adeptos donde impera la miseria.
En marzo de 2013, Michel Djotodia derrocó de la presidencia de la República a François Bozizé mediante una rebelión militar. Desde entonces la situación en el país no ha dejado de deteriorarse y, a pesar de la presencia de tropas francesas y multinacionales de paz de varios países africanos, las masacres entre los bandos enfrentados se han incrementado notablemente. La autoridad de Estado ha desaparecido y la economía ha ido en acusado descenso.
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(Foto: Unicef)